El delito contra la vida silvestre y los bosques: un delito grave
Evento paralelo de alto nivel durante el 13º Congreso de las Naciones Unidas
sobre la Prevención del Delito y la Justica Penal
Discurso de apertura de John E. Scanlon, Secretario General de la CITES
Doha, Qatar, 13 de abril de 2015
Sr. Sam Kutesa, Presidente de la 69ª sesión de la UNGA
Sr. Yury Fedotov, Director Ejecutivo de la UNODC
Distinguidos panelistas y delegados
El 3 de marzo, fecha de la adopción de la CITES, celebramos el Día Mundial de la Vida Silvestre de las Naciones Unidas por segunda vez, con el lema “El tráfico ilegal de vida silvestre es un crimen. Actuemos con firmeza”. El presidente de la UNGA, el Sr. Kutesa, fue el anfitrión de la primera sesión plenaria informal de la Asamblea General para abordar el delito contra la vida silvestre como parte de las actividades del día.
Ahora, por primera vez, contamos con la oportunidad de dirigir la atención de este Congreso clave, en su 60ª edición, a la necesidad de tratar el delito contra la vida silvestre (sin considerar los bosques) como un delito grave, y me gustaría agradecer personalmente a la UNODC y en particular a su Director Ejecutivo, el señor Fedotov, por organizar este evento paralelo de alto nivel.
De muchas maneras, este evento representa la culminación de 5 años de estrecha colaboración entre la UNODC y nuestros aliados del ICCWC (Consorcio Internacional para Combatir los Delitos contra la Vida Silvestre) en pos de lograr que se consideren como graves los delitos contra la vida silvestre, según la definición de la Convención de las Naciones Unidas Contra el Delito Organizado Transnacional (UNTOC); y aprovecho la oportunidad para reconocer públicamente el liderazgo del Director Ejecutivo Fedotov a este fin y extender mi más sincero agradecimiento hacia él y su equipo.
¿Por qué decimos que los delitos contra la vida silvestre deben ser tratados como delitos graves?
Porque la escala y la naturaleza del comercio ilegal de vida silvestre se han modificado en los últimos años y la respuesta global debe adaptarse en consecuencia, lo que ocurre, aunque todavía hay mucho por hacer.
El comercio ilegal de vida silvestre no es solamente la caza furtiva para supervivencia local. Hoy nos enfrentamos a delincuentes transnacionales organizados y en algunos casos, a milicia rebelde y disidentes de las fuerzas armadas, que llevan la caza furtiva a niveles industriales y que comercializan ilegalmente en los mercados del extranjero.
Este hecho ha modificado la dinámica de la lucha contra esta actividad delictiva tan destructiva, en particular en la medida en que se relaciona con especies grandes de fauna, como elefantes, y flora de alto valor, como el palisandro. También amenaza otras especies menos conocidas como el pangolín.
El profundo impacto que la caza furtiva y el comercio ilegal tienen sobre especies enteras y ecosistemas, incluidos los servicios que estos ofrecen, las poblaciones locales y sus medios de subsistencia, las economías nacionales y la seguridad nacional y regional cada vez es más reconocido.
A modo de ejemplo, muchos países dependen del turismo basado en la vida silvestre para generar ingresos significativos a nivel nacional y local, además de empleo, y para algunas naciones, este recurso tiene una incidencia importante en su PBI.
La degradación de los Sitios Patrimonio Mundial en África como consecuencia de la caza furtiva para el comercio ilegal, como es el caso de la Reserva Selous en la República Unida de Tanzania, amenaza al turismo y a las oportunidades económicas.
La situación es grave y para combatir este comercio ilegal debemos utilizar el mismo tipo de herramientas de aplicación, técnicas y penas que se utilizan para combatir otro tipo de delitos graves, como el tráfico de drogas o de personas.
Es evidente que los delitos contra la vida silvestre no son más una cuestión de conservación: se trata de un tema de desarrollo sustentable, que impacta en sus tres dimensiones, lo que fue reconocido por los Jefes de Estado y Gobierno en Rio + 20.
Rio+20 también reconoció la función clave de la CITES (la Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre), mencionada como el principal instrumento legal que apuntala estos esfuerzos globales colectivos.
En marzo de 2013, las Partes de la CITES se hicieron eco de lo expresado en Rio + 20 y, durante la 16ª reunión de la Conferencia de las Partes en Bangkok tomaron decisiones firmes y orientadas a la acción para combatir el comercio ilegal de vida silvestre, tanto con relación a la oferta como a la demanda.
Sin embargo, la implementación exitosa de la CITES se basa en los aportes, el compromiso permanente y la colaboración entre diversas organizaciones e iniciativas y de personal formado en diversas disciplinas, tanto en el ámbito nacional como internacional, y en particular en el sistema de la justicia penal.
Exige además una estrecha colaboración con otros instrumentos legales, como las de la UNCTOC y las de la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, y las Partes de la CITES han alentado, mediante las resoluciones, a que las mismas Partes acepten estas dos convenciones vitales.
Las Partes de la CITES se concentran en aportar la energía conjunta para resolver el problema trabajando a lo largo de toda la cadena de demanda ilegal y los estados de origen, tránsito y destino.
Los beneficios de esta colaboración son cada vez más visibles, como los excelentes resultados logrados en la operación Cobra II, una iniciativa de aplicación conjunta entre 28 estados de Asia, África y América del Norte.
También hemos sigo testigos de cómo cinco organismos intergubernamentales clave que tratan los delitos contra la vida silvestre formaron una nueva alianza en 2010 denominada Consorcio Internacional para Combatir los Delitos contra la Vida Silvestre (ICCWC) que apoya muchos de los esfuerzos para generar capacidad en los Estados, varios de los cuáles han sido destacados por el Director Ejecutivo Fedotov.
La UNODC, miembro del ICCWC, el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas y el Programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas, al igual que la UNESCO, abordan el tema del comercio ilegal de vida silvestre en consonancia con sus respectivos mandatos y participación en el desarrollo sostenible y, con el liderazgo del Secretario General de las Naciones Unidas, hemos apreciado un esfuerzo coordinado y en crecimiento.
El tema ha sido también abordado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, mediante una sesión plenaria informal de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en paralelo a la Asamblea durante eventos organizados en Gabón y en Alemania por la ECOSOC, por la Asamblea de Medio Ambiente de las Naciones Unidas, por la Comisión de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y la Justicia Penal, además de múltiples foros regionales y ciudadanos local y la sociedad civil de todas las regiones que se han movilizado y tienen una rol indispensable.
Fuera del sistema de las Naciones Unidas, hemos percibido también una intensa participación en esta lucha de la INTERPOL y la Organización de Aduanas e instituciones financieras globales y regionales, entre ellas el Banco de Desarrollo Africano, el Banco de Desarrollo Asiático, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial y el Banco Mundial (además de organismos nacionales), y otras iniciativas privadas.
Hoy, recibimos con beneplácito la atención otorgada a este tema importante en Doha durante el Congreso de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y la Justica Penal, que reúne a Estados y partes interesadas y analiza los graves delitos que se cometen a lo largo de todo el sistema de justicia penal. Aquí es justamente donde este tema debe discutirse.
Este Congreso destaca los vínculos entre el delito en todas sus formas y el desarrollo sostenible y las Metas de Desarrollo Sostenible sugeridas, juntos con los objetivos relacionados. El comercio ilegal de vida silvestre socavará gravemente los esfuerzos para lograr estas Metas y objetivos y celebramos la propuesta para incluir estos objetivos relacionados con el comercio ilegal de vida silvestre en el marco de la Meta 15 de Desarrollo Sostenible.
Distinguidos delegados, hay mucho más por hacer y el impulso adicional generado por el hecho de que los delitos contra la vida silvestre se discutan en este Congreso de las Naciones Unidas sobre el Delito y que sea reflejado en la Declaración de Doha es un paso determinante para el éxito de nuestras acciones en conjunto.
Nos alegramos por la adopción de la Declaración de Doha y, en particular, por las referencias respecto de los delitos contra la vida silvestre en el párrafo 9(e). Permiten demostrar la gravedad de este tipo de delitos y la necesidad de que el sistema de justicia penal en su conjunto les otorguen la misma atención que a otros delitos graves.
Por último, me gustaría expresar mi sincero agradecimiento a nuestros anfitriones, el Gobierno y el pueblo de Qatar por su generosidad e impecable organización; y manifestar nuestro apoyo a la convocatoria del Secretario General de las Naciones Unidas durante el Día Mundial de la Vida Silvestre respecto de tratar los delitos contra la vida silvestre como una amenaza al futuro sostenible y actuar con la firmeza que merecen.